Todo indica que ser honesto y trabajador, también nos posibilita a saltar del anonimato a la fama: ¿Cómo? Primero dejaremos pisotearnos la cabeza hasta quedar sepultados a no menos de 600 metros. Luego, si pasado un trimestre seguimos emanando el mismo aliento fétido, olemos a cebo y nos reconocemos sin vernos, sabremos que aun estamos vivos. Pronto la noticia se hará eco y cautivará hasta los habitantes de los poblados más recónditos. En un abrir y cerrar de ojos, desde nuestro habitáculo, estaremos listos para dominar el mundo.
Desde santos patronos a ingenieros de la NASA, desde amigos furtivos a ex amantes y políticos siempre dispuestos a estrechar una mano, harán presencia. Entonces, transformarán nuestra caverna en una especie de suite cinco estrellas e intentarán trasladarnos todo el confort posible a través de un ducto del diámetro de un sifón Drago.
¿Qué haremos mientras la tecnología por fin es encausada con fines rescatistas y la psicología nos contiene del canibalismo? ¡Fácil! Dictaremos cursos acelerados de “como hacer” para llegar a China cavando nuestro propio agujero, escribiremos poemas alegóricos a “El amor y las rocas”, impondremos una “axílica” fragancia de perfumes y no nos detendremos hasta firmar contrato con Hollywood.
Todo es posible en este gran reality, donde a fin de cuentas; aún, en la superficie, todos terminarán creyendo que no es tan desagradable e inhumano, ser minero.
David Lampertte