Catástrofes arremolina el viento adentrándose al patíbulo de la metrópolis. Acaece el crepúsculo, infectos deambulan entre agónicos, los jerarcas cotejan cifras… No hay “altísimos” aparecidos como augurios de un milagro; sólo rebalsos hospicios, “goles”, erratas y con ellos, el germen propagado por nuestra incertidumbre.
David lampertte
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