hechizada

I)

El día del designio es el 14 de abril, en el que me darás los abriles devastados.
Dices esperarme a las cero horas, en tanto que el reloj de arena no atrase.
Yo jugaré a no verte, cuando me conduzcas a tu nido, cubiertos los ojos con tules,
sin hablarme, me pondrás abalorios en las alas...caireles, hierba, silencio.
Después del pasillo candelero, tu cara, rueda redonda tras el cristal.
Me miras, sentado en una silla.
Yo juego callada, dando aureolas en tu espacio, reconociéndolo, reconociéndote.
"Se va a caer", te cuento adivinatoria. La bicicleta se mueve sola.
La ventana, trepa al gato que no está, al árbol, al viento, a la nube...
Vuelvo a ser niña y me esperas paciente.
Me miras sentado en esa silla, en esa sonrisa iluminada de luna.
Sin hablarme.
Entro en tus ojos, me invitas a pasear en ellos.
Se hizo tarde. Te llevo.
En el portal, mis labios colorean besos.
Retrocedo alzando las alas al aire y un pájaro negro ciñe el presagio.

II)

Traspaso tu puerta
por segunda vez.
Fantasma errante enredado
en velas amarillas.
Conjuro.
Vasija de barro.
Mortero que aplasta flores.

Talismán de tu piel.
Conjuro
en tu sonrisa.
Silencio.
Mortero,
agua,
hierba.

Me fundo

Desaparezco en tu ser.

Me licúo
y se enarenan estrellas.

Sentencia:

Nunca más me hablarás.

Inútil tajarme la piel.

Desojar dalias en mi corazón
es mi tarea cotidiana.

Choco piedra.
a la distancia impuesta.

El amor muere
en la viscosidad del mármol.

Liliana Inés Berteil

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l)

En penumbras, la alquimia
de los versos que no escribo,
se diluye en la espesura
de un bosque de tinta.

Derraman sangre los relojes.
Espejos crujen insomnios.
Las uvas penan su vino del mañana.
Allá afuera, desborda la luna.

ll)

Fui niña que amaba las sirenas,
las maravillas del mar que perfuma
hasta que se suicidaron gaviotas.
Hostilidad, con medio ojo,
padre de mi padre... me obligó a ver.

Fui señora de curvas celestes,
nácar donde verter tu aurora.
Mareada ante la cuerda de una guitarra
que ata cordones de zapatos humillados,
abatida, antes de ser mariposa.

Ardid de hombre que ha gozado y huido
por sus caminos soles.
Expulsa niños a los mares,
en espumas desidias,
sin llaves caracolas para volver.

Niño de mi niño... Sigue viviendo, bebiendo...
Colecciona trofeos de guerra.
Tu huella patea mi adentro, en estigma redondo.
Yo sedienta, con una lágrima de puñal
y una mordaza en mi boca.

Liliana

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